Se impone, más que nunca, el rigor crítico para desvelar falsas legitimaciones, los nexos artificiales que se establecen entre pasado y presente. Por lo pronto, se trata de penetrar en las entrañas de la construcción de los mitos. Estos nacen y mueren en función de lógicas históricas e ideológicas. La misión del historiador es separar el grano de la cizaña. Los mitos no deben ser otra cosa que objetos históricos en sí mismos examinados bajo el prisma de la razón y desde la exigencia de la honestidad. Se trata de demostrar su relativismo histórico, la multiplicidad de lecturas funcionales que ofrecen a lo largo del tiempo y en función de la identidad de sus intérpretes.

Ricardo García Cárcel en La herencia del pasado. Premio Nacional de Historia (2012)

... nuestro destino era PRESTAR ATENCIÓN Y DESCANSAR en cada una de las minúsculas revelaciones que se habían ido abriendo a nuestro paso; cada una de las cuales, a su vez, nos aconsejaba no buscar ningún destino, ni mucho menos un destino feliz. Sólo de ese modo se lucha contra la asfixia y la angustia del tiempo y del dueño de la cortinilla; prestando atención a lo que se ENCUENTRA, y no a lo que se BUSCA.

Félix de Azúa en Historia de un idiota contada por él mismo (1986)

Cuando el saber se especializa, crece el volumen total de la cultura. Ésta es la ilusión y consuelo de los especialistas. ¡Lo que sabemos entre todos! Oh, eso es lo que no sabe nadie!

Antonio Machado en Juan de Mairena (1936)

History has many cunning passages, contrived corridors
And issues, deceives with whispering ambitions,
Guides us by vanities

T. S. Eliot en Gerontion (1920)


miércoles, 26 de septiembre de 2012

"Internet lo inventó Hobbes": tecnología y sociedad en cuatro novelas españolas actuales

Hace poco he terminado España de Manuel Vilas (2008) un libro de cuentos en apariencia independientes, pero ligados por varios temas comunes. Sin duda, es una obra inquietante, con múltiples virtudes tanto formales como de contenido. España puede considerarse como una revisión imaginativa y satírica de la identidad nacional de este país y del relato sobre esa misma identidad. Sin embargo, Vilas escribe sobre un aspecto que aparece en la obra de muchos otros escritores contemporáneos como Alberto Olmos, Juan Francisco Ferré o Javier Calvo. Aunque sus estilos y temas son diferentes, creo que no se puede obviar que todos comparten una preocupación por el impacto de la tecnología en las relaciones sociales. Los estudios de Eloy Fernández Porta en Afterpop: la literatura de la implosión mediática (2007) o de Juan Francisco Ferré en Mímesis y simulacro (2011) explican muy bien algunas de las características que aquí señalo como rasgos de la nueva narrativa del siglo XXI. A mí sólo me gustaría llamar la atención sobre las concomitancias que hay en ellas, ya que me parecen muy significativas del profundo cambio que las nuevas tecnologías están causando en lo personal y en lo público.
Muchos de los cuentos de Manuel Vilas especulan con hallazgos tecnológicos que alteran nuestra percepción, o incluso la misma naturaleza humana. El primer capítulo ("Los nómadas tecnológicos")  empieza con el fantástico cuento "El Noevi o la tecnología de la repetición", en el que un teólogo diseña un aparato que permite conocer lo que se dice de una persona sin que este lo sepa de manera que revoluciona el funcionamiento de la política y la justicia. En Providence de Juan Francisco Ferré (2009), un enigmático grupúsculo tecno-terrorista da un golpe de estado contra la "realidad" utilizando un videojuego monstruoso. Alberto Olmos describe a través del protagonista de Ejército enemigo (2011) la vulneración de la intimidad a través de Internet y las salvajes relaciones de poder que se entablan en webs de contactos. Por último, Javier Calvo reimagina en El jardín colgante (2012) una historia de la Transición en clave conspiranoica protagonizada por un agente del CESID autista y superdotado cuyo cerebro funciona como un ordenador. En todas ellas el avance de las tecnologías aparece como un revulsivo que agudiza las contradicciones de nuestra sociedad. Pero esto no significa que sean utopías o distopías. Aunque en algunas haya elementos de fantasía o "ciencia-ficción", muchas de estas historias son perfectamente verosímiles en nuestro contexto actual.
La técnica ha abierto nuevas vías de comunicación por las que circula información a toda velocidad, lo que en un principio originó una creencia optimista en un futuro brillante de conocimiento libre. Sin embargo, el mérito de estos autores para mí radica en explorar las consecuencias imprevisibles que se originan al poner en las manos del Homo Sapiens disposotivos cuyas consecuencias apenas hemos asimilado. La tecnología modifica sin duda el modo de relacionarnos ¿Por qué esta no iba a modificar nuestras ideas políticas, herederas de la Ilustración y de la Revolución Industrial?
Manuel Vilas nos lleva en "Breve historia del tiempo" hacia el futuro, hacia unos años en que la santa eternidad tecnológica ha creado una raza de humanos cuasi-perfectos que han superado todas las tiranías de la historia que no necesitan ni de identidad ni memoria. Al igual que en  "El Noevi o la tecnología de la repetición", los artefactos superan las previsiones de sus creadores, arrojándolos a una espiral de descubrimientos inadvertidos que los transforman en seres melancólicos.
Javier Calvo lleva  al extremo esta imagen de la deshumanización en El jardín colgante con el personaje de Arístides Lao. Su intelegencia sobrehumana y su falta de empatía lo diferencian del resto de agentes policiales que persiguen a los terroristas de ultraizquierda. La historia se desarrolla en una Barcelona oscura, en la que se baten terroristas contra burócratas. Lao aparece como un personaje incorruptible, que se mantiene por encima del bien y del mal porque para él no existen semejantes características. Sólo hay datos que debe procesar racionalmente para poder cumplir sus objetivos. No se inmuta ante las torturas de los detenidos ya que sólo se preocupa la eficiencia del sistema.
Olmos por su parte, explora el aspecto contrario. Internet libera los instintos más primarios de sus usuarios cuando se encuentran en el anonimato. Santiago, el protagonista de Ejército enemigo es un publicista aficionado a introducirse en cuentas de correo electrónico ajenas con las que espía la vida de los demás. En ChatChinko, una clara parodia de la web Chatroulette, su protagonista se conecta para acosar y masturbarse con imágenes de desconocidos. Es lo que el protagonista llama "cibercanibalismo", en el que cualquier rastro de lenguaje o código desaparece y sólo queda la carne desnuda. En la novela de Olmos, este caos de cuerpos es una regresión atávica, la vuelta al simio que lucha por llamar la atención, con la diferencia que ahora la jungla es cibernética. Internet lo inventó Hobbes, sentencia su cínico protagonista.
No solamente se altera la propia "condición humana", sino también la propia realidad en la que se desenvuelven. Esta es la dimensión explorada por Juan Francisco Ferré en Providece, la novela más explosiva y arrolladora de todas en mi opinión. El videojuego providence® aparece como el creador de realidades alternativa por excelencia, el simulador total. El pacto fáustico que lanza a su protagonista a una lisérgica aventura por EEUU sirve para poner de manifiesto el poder totalizador de las representaciones que acaban conquistando la realidad, como aquel cuento de Jorge Luis Borges en que un mapa acaba siendo tan grande y exacto, que el mismo territorio acaba siendo sepultado.
Vivimos inmersos en la tecnología y podemos llegar a cuestionarla bajo criterios más o menos pragmáticos. Sin embargo, estos autores tienen la virtud de ir más allá de lo que percibimos. Exploran sin miedo territorios ignotos o poco concurridos por la imaginación, se internan valientemente en campos minados de prejuicios políticos, rehúyen los clichés o directamente los trituran, y finalmente innovan sus herramientas de trabajo porque saben que la literatura ha de cambiar en una cultura hipertextual, visual y mutante. No subestimaría el potencial de estas obras para pensar el contexto socio-político de hoy en día. 
Tengo la impresión que estas ficciones vienen a representar muy bien el desconcierto que la instauración de la razón técnica como ideología suprema ha generado en la conciencia occidental. Esto es sólo una hipótesis, pero estoy convencido que las intuiciones de los buenos escritores siempre pueden alumbrarnos el camino. Cuando leemos una novela nos enfrentamos una realidad alternativa, a una delicada obra de artesanía que nos cuenta unas mentiras verdaderas (es decir, verosímiles), pero estas mentiras no son menos verdaderas que los "relatos" con las que nos bombardean los medios. Es por ello, que quizás habría que prestarle más atención a estos textos. Muchas veces pueden acabar conteniendo discursos insospechadamente más certeros que aquellos a los que estamos acostumbrados.