Se impone, más que nunca, el rigor crítico para desvelar falsas legitimaciones, los nexos artificiales que se establecen entre pasado y presente. Por lo pronto, se trata de penetrar en las entrañas de la construcción de los mitos. Estos nacen y mueren en función de lógicas históricas e ideológicas. La misión del historiador es separar el grano de la cizaña. Los mitos no deben ser otra cosa que objetos históricos en sí mismos examinados bajo el prisma de la razón y desde la exigencia de la honestidad. Se trata de demostrar su relativismo histórico, la multiplicidad de lecturas funcionales que ofrecen a lo largo del tiempo y en función de la identidad de sus intérpretes.

Ricardo García Cárcel en La herencia del pasado. Premio Nacional de Historia (2012)

... nuestro destino era PRESTAR ATENCIÓN Y DESCANSAR en cada una de las minúsculas revelaciones que se habían ido abriendo a nuestro paso; cada una de las cuales, a su vez, nos aconsejaba no buscar ningún destino, ni mucho menos un destino feliz. Sólo de ese modo se lucha contra la asfixia y la angustia del tiempo y del dueño de la cortinilla; prestando atención a lo que se ENCUENTRA, y no a lo que se BUSCA.

Félix de Azúa en Historia de un idiota contada por él mismo (1986)

Cuando el saber se especializa, crece el volumen total de la cultura. Ésta es la ilusión y consuelo de los especialistas. ¡Lo que sabemos entre todos! Oh, eso es lo que no sabe nadie!

Antonio Machado en Juan de Mairena (1936)

History has many cunning passages, contrived corridors
And issues, deceives with whispering ambitions,
Guides us by vanities

T. S. Eliot en Gerontion (1920)


lunes, 23 de julio de 2012

Lecturas sobre la universidad (2ª parte)


Enrique Linde Paniagua. (2010) El proceso de Bolonia: un sueño convertido en pesadilla. Madrid. Civitas. 258 pp. El profesor de derecho en la UNED Enrique Linde Panigua proporciona aquí una crítica del plan Bolonia desde una perspectiva jurídica, bastante alejada de los planteamientos anticapitalistas de Fernández Liria. Se desgranan las contradicciones y insufiencias que surgen de querer plantear un "Espacio de Educación Europea Superio" (EEES) cuando ni la Unión Europea ni sus respectivos países tienen una política universitaria coordinada. La implantación de este proceso en España tendría serios problemas por la financiación insuficiente de sus universidades. Para Linde, las intenciones de los redactores del Plan Bolonia son buenas y es un firme defensor del proyecto europeísta, pero en la práctica no podrían funcionar ya que equivaldría a "construir la casa por el tejado". Es una lectura un poco farragosa porque se centra en examinar las enorme variedad de reglamentos que existen sobre este tema.  De todas formas, sirve para darse cuenta que las leyes y declaraciones acostumbran a ser impecables en apariencia, pero que demasiadas veces no tienen nada que ver con la realidad económica y política que realmente se vive. Por usar otra expresión, este libro confirma aquél principio que dice "nunca le atribuyas a la malicia lo que puede ser explicado por la incompetencia".


Enrique Linde Paniagua. (2010) Ideas para la reconstrucción de la universidad española tras el proceso de Bolonia. Madrid. Colex. 163 pp. En este otro librito, mucho más fácil de leer, Linde hace algunas propuestas a partir de lo que critica en su anterior libro, además de hacer una breve reseña de las ideas sobre la universidad, desde Humboldt a Ortega y Gasset. El diagnóstico del profesor Linde es claro y certero, pero personalmente creo que algunas de las propuestas no acabarían mejorando la situación, sino empeorándola. Por ejemplo, el autor se opone al horizontalismo democrático que a su jucio impera en la universidad, dificultando la toma de decisiones. En base a esto, propone un modelo más gerencial y corporativista, en que los profesores mejor preparados fuesen los administradores. Me parece difícil de creer que este sistema garantice una mayor transparencia ¿Hay que marginar a los alumnos y al PAS de la gobernanza de su institución, dejándola en manos de un consejo de sabios supuestamente virtuosos? No lo creo. Otras medidas sí las veo necesarias, y exigen pensar en términos mucho más amplios. Comparto su propuesta de que habría que mejorar mucho la FP antes que abrir la universidad a todos. El sistema laboral que tenemos se contradice con la sobreabundacia de titulados universitarios, y habría que imitar a Europa para crear escuelas de formación de buena calidad.
En general, se propone una universidad mucho más exigente consigo misma, que sea capaz de superar las lacras históricas que han caracterizado la educación de nuestro país: endogamia de los profesores, politización de las cátedras, mediocridad de los métodos docentes, el poco interés en financiar la investigación, etc. Lo bueno de este libro es que hace todo un programa de modernización, que debe ser sujeto a debate, pero que no deja de ser muy estimulante. Una reseña más extensa se puede leer aquí.

Eduardo González Calleja. (2009) Rebelión en las aulas: movilización y protesta estudiantil en la España contemporánea 1865-2008. Madrid. Alianza. 447 pp. González Calleja es doctor en Historia, profesor en la Universidad Carlos III y ha investigado muchos temas de historia social de la España contemporánea. Rebelión en las aulas es un largo y completísimo estado de la cuestión sobre los movimientos estudiantiles. A mi juicio, puede ser de muchísima utilidad para los historiadores, y también para los estudiantes comprometidos que quieran aprender del pasado. El libro tiene un capítulo introductorio en que se intenta establecer una tipología sociológica de los movimientos estudiantiles, y viene seguida de los casos históricos. El carácter irregular y plural de estos movimientos es uno de los problemas epistemológicos que plantean para las ciencias sociales. Los debates son todos muy interesantes, pero me parece notable su visión como movimiento impredecible y catártico. Los estudiantes universitarios han sido una minoría hasta hace poco, y su irrupción en las calles siempre ha sido una escenificación enérgica e intensa de las inquietudes que subyacen en la sociedad.
Su trascendencia siempre ha venido muy vinculada a su autopercepción como “colectivo autónomo” capaz de ponerse en contacto con otros movimientos sociales. Pero al mismo tiempo, ahí está su particular “talón de Aquiles”, como dice el autor. La históricamente débil coordinación con grupos políticos como los movimientos obreros siempre ha sido el momento crítico, en que muchas veces las aspiraciones de cambio han acabado por desmoronarse. Las vacaciones, el fin de los estudios, la represión, la cooptación desde las autoridades o el cambiante grado de politización de los alumnos son algunos de los factores que siempre los han condicionado.
Del libro de González Calleja pueden extraerse varias lecciones, de la que yo destaco: la trascendencia de los movimientos de estudiantes sólo se da cuando los mismos estudiantes se ven a sí mismos como una parte diferenciada de la sociedad con capacidad de arrastrar a los demás colectivos. Aparte de esta conclusión que extraigo (personal e ideologizada) es un magnífico estudio para aprender qué hacían los estudiantes españoles en el pasado y cómo la universidad fue durante mucho tiempo un cruento campo de batalla entre ideologías.

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