Se impone, más que nunca, el rigor crítico para desvelar falsas legitimaciones, los nexos artificiales que se establecen entre pasado y presente. Por lo pronto, se trata de penetrar en las entrañas de la construcción de los mitos. Estos nacen y mueren en función de lógicas históricas e ideológicas. La misión del historiador es separar el grano de la cizaña. Los mitos no deben ser otra cosa que objetos históricos en sí mismos examinados bajo el prisma de la razón y desde la exigencia de la honestidad. Se trata de demostrar su relativismo histórico, la multiplicidad de lecturas funcionales que ofrecen a lo largo del tiempo y en función de la identidad de sus intérpretes.

Ricardo García Cárcel en La herencia del pasado. Premio Nacional de Historia (2012)

... nuestro destino era PRESTAR ATENCIÓN Y DESCANSAR en cada una de las minúsculas revelaciones que se habían ido abriendo a nuestro paso; cada una de las cuales, a su vez, nos aconsejaba no buscar ningún destino, ni mucho menos un destino feliz. Sólo de ese modo se lucha contra la asfixia y la angustia del tiempo y del dueño de la cortinilla; prestando atención a lo que se ENCUENTRA, y no a lo que se BUSCA.

Félix de Azúa en Historia de un idiota contada por él mismo (1986)

Cuando el saber se especializa, crece el volumen total de la cultura. Ésta es la ilusión y consuelo de los especialistas. ¡Lo que sabemos entre todos! Oh, eso es lo que no sabe nadie!

Antonio Machado en Juan de Mairena (1936)

History has many cunning passages, contrived corridors
And issues, deceives with whispering ambitions,
Guides us by vanities

T. S. Eliot en Gerontion (1920)


viernes, 1 de junio de 2012

Lecturas sobre la universidad (1ª parte)

Desde que empecé la universidad en 2008, han pasado muchas cosas en la educación superior de nuestro país. Mi promoción estrenó el grado en Historia en pleno inicio de la crisis económica. Vivimos de primera mano las grandes protestas anti-Bolonia, y a día de hoy el malestar continúa y con más motivos. Los recortes en investigación, las subidas de tasas, un profesorado cada vez más precario y unas becas cada vez más escasas no auguran un futuro muy acogedor.
En estos cuatro años he tenido tiempo de leer algunos libros y artículos para comprender un poco la naturaleza de esta institución y de los procesos de cambio que tienen lugar a día de hoy. Explicaré brevemente estas lecturas, que considero bastante útiles para aquél interesado en ver desde un punto de vista más global cuál es el objetivo de la universidad en el siglo XXI. No han sido en ningún modo sistemáticas, pero siempre he buscado explicaciones que intenten ofrecer un punto de vista crítico, ya que la enorme mayoría de los estudios que he encontrado no se cuestionan las premisas básicas de su discurso o están dirigidas a los mismos administradores de la universidad.

Carlos Fernández Liria; Clara Serrano García (2009) El Plan Bolonia. Madrid. Catarata. 103 pp. Fue uno de los primeros libros que busqué sobre un tema que nos afectaba directamente: la implantación del Plan Bolonia. Carlos Fernández Liria es profesor de filosofía en la UCM, y es bastante conocido en los círculos de la izquierda más "dura" en nuestro país. En este libro hace una crítica del Plan Bolonia desde un punto de vista anticapitalista. Según el este plan no es más nada que una privatización encubierta de la universidad, y no representa nada bueno para la universidad ni para sus alumnos, ya que son unas medidas destinadas a mercantilizar el conocimiento y adecuarlo al mercado laboral basura. Creo que es una buena aproximación a este punto de vista. Sin embargo, al ser un análisis que desborda el ámbito de la educación, la posibilidad de una hipotética "reforma" se dificulta ya que esta pasa por cambiar de arriba a abajo el sistema económico y político por completo. En esto, Fernández Liria es coherente: es uno de los firmes defensores de la "Revolución Bolivariana". Sin embargo al ser unos planteamientos tan escorados hacia la izquierda, creo que se debilitan los posibles apoyos de la mayoría de la sociedad, que ni de lejos daría apoyo a semejante proyecto (que en mi opinión, tampoco garantiza del todo la libertad de pensamiento y la inserción laboral). Aún así, no deja de ser una lectura estimulante para situar en un marco más amplio el establecimiento del EEES.

José Carlos Bermejo Barrera (2009) La fragilidad de los sabios y el fin del pensamiento. Madrid. Akal. 104 pp. Este otro libro del profesor Bermejo Barrera, se ofrece una buena interpretación sobre la evolución de los intelectuales, desde los griegos hasta el siglo XXI, desde el "conócete a tí mismo" hasta la "sociedad del conocimiento". El punto fuerte de este autor es su preocupación por el estado de las Humanidades. En este libro se profundiza la tesis (presente en todo su trabajo) que en la universidad ya no tiene sentido el proyecto humanista. Cuando se refiere al fin del pensamiento, se refiere a que la universidad ya no se preocupará por cultivar el conocimiento, sino que será un lugar destinado exclusivamente a desarrollar la teconología y poco más. Quizás sea excesivamente fatalista, pero da en el clavo al recordar que el discurso empresarial-tecnocrático que domina en los rectorados es una ideología como cualquier otra y que está llena de apriorismos fácilmente desmontables. 


José Carlos Bermejo Barrera (2011) La maquinación y el privilegio: el gobierno de las univerisdades. Madrid. Akal. Este libro en el que se engloban varios artículos del doctor Bermejo Barrera ya lo reseñamos en otra entrada en este mismo blog.






  


Jordi Llovet (2011) Adiós a la universidad: el eclipse de las Humanidades (publicado originalmente en catalán). Barcelona. Galaxia Gutemberg. 408 pp. Llovet fue catedrático de literatura en la Universidad de Barcelona hasta el 2008, cuando decidió prejubilarse y abandonar las clases. La decadencia del estudio de la literatura y las Humanidades fueron los motivos aducidos para este retiro anticipado, durante el cual redactó este curioso libro en el que se despide para siempre, lleno de anécdotas y travesuras eruditas. En buena parte es una especie de autobiografía-memoria sobre sus años de juventud y madurez, y en mi opinión, creo que es la parte más provechosa (y divertida) del libro. Llovet explica cómo ha cambiado el mundo desde que entró en la universidad en 1965, y su testimonio personal e intelectual lo considero muy estimulante.
Ahora bien, las causas del "eclipse de las Humanidades" no me parecen demasiado originales. En resumen, Llovet señala al "progreso" como culpable de arrinconar la filosofía y la literatura. Quien sale peor parada, es la tecnología, culpable de simplificar y automatizar los procesos de aprendizaje que anteriormente requerían un esfuerzo intelectual que hoy en día se ha malogrado y desprestigiado. Llovet argumenta de manera impecable, invocando los argumentos de filósofos como Walter Benjamin o Hans-Georg Gadamer. El problema que veo es que está tan ocupado lamentándose del mundo que ha quedado atrás, que es incapaz de proponer algún cambio o de sopesar las ventajas que puede tener la democratización o la facilitación del acceso al conocimiento que celosamente guardaban esas élites intelectuales. Aunque el autor se declare progresista, a veces sus planteamientos suenan demasiado conservadores e inmovilistas. Eso no quita que haya reivindicaciones totalmente rescatables para nuestros días, como la idea de la universidad como una "sinécdoque", en la que todo lo que sucede en ella tiene una correspondencia con la sociedad. A diferencia de los estudiantes de los años 60-70, hoy en día sólo se ve la universidad como un lugar de paso para obtener su título (¡como si tener uno fuera garantía de empleabilidad inmediata!). Aún así, no deja de ser un libro de recomendable para todos aquellos que tengan amor por la filosofía o la literatura y que quieran oír las correrías de un viejo profesor. 


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